Acaban de anunciarme que debo ser jurado de votación. El próximo martes en la tarde tengo que ir a Corferias a recibir mis
"instrucciones para", antes de unirme a una 'fiesta democrática' en la que siempre me sentiré colado.
Al menos ese anuncio me puso a pensar con seriedad en quien votar pues, estoy casi seguro, el único voto que contabilizaré será el mío (y que pena que lleguen a recoger los resultados y salir uno con un chorro de babas: "huy, es que no vino nadie... pero si quiere yo tengo abierto el chuzo otra media hora, a ver si 'bajo bandera'").
Una cosa es clara: No voy a votar por
Álvaro Uribe (¿para qué me dedicaba estos meses a buscar esas cifras y datos que el gobierno no publica, si no las voy a creer?). Además que siempre he pensado que las segundas partes siempre son malísimas para el bolsillo (y la democracia): ni Matrix, Duro de Matar, Arma Mortal o Fujimori se salvaron.
Carlos Gaviria me tiene con dudas. Aunque no dudo de sus condiciones, eso de 'todo vale' a cuenta de 'las libertades individuales' no me parece adecuado para un país donde la educación sexual está en manos de Danielita (la de Padres e Hijos). Para completar, en un mundo de economías globalizadas yo sí creo en los TLCs (pero TLCs serios, no esa caricatura que hizo Uribe: dizque antes de firmarlo ya estaba "pensando en subsidios para los que se van a quebrar").
Horacio Serpa... bueno, es Serpa.
Parejo González... ¿acaso sigue en campaña?
Elegiría al doctor
Rincón, pero ya tengo oftalmologo (que para colmo es primo mío, y por política no voy a pelear con la familia).
Antanas Mockus tiene un defecto imperdonable: su gusto por los mimos (aquí entre nos, me dan miedo). Al menos el hombre saneó las finanzas de Bogotá mientras estuvo en la Alcaldía y se comprometió con la educación. Sin embargo, aún no conozco sus otras propuestas y siempre lo veo enrredado cuando habla.
Me queda el voto en Blanco... y una semana para recapitular que me ofrece cada candidato.